Statement of Beliefs in Spanish

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En este sitio web hay enseñanzas escritas y en audio disponibles para proveer documentación sólida y completa de las Escrituras sobre cada una de estas creencias declaradas. Puesto que nuestro ministerio está dedicado a examinar continuamente las Escrituras, permanecemos receptivos para aprender y dispuestos a cambiar, si una mayor evidencia de las Escrituras requiere tal cambio. Les exhortamos a revisar el material adjunto y a seguir el ejemplo de los discípulos de Berea.

Hechos 17:11
Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.

Dios

Dios Todopoderoso es el Creador y el Preservador de los cielos y la tierra (Nehemías 9:6). Él es soberano absoluto sobre todo, eterno, incorruptible, y el único y sabio Dios (I Timoteo 1:17). Su nombre es YHVH (Yahvé): Quien es “misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad” (Éxodo 34:6). Él también es el Dios de juicio. Solamente Él debe ser objeto de adoración, merecedor de gloria, honor y completa y total devoción. Él ordena el monoteísmo y condena el politeísmo. “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas” (Deuteronomio 6:4 y 5).

Jesús

Jesús de Nazaret es la simiente prometida de Génesis 3:15. Él es el hombre de quien hablaron todos los profetas (Hechos 3:18, 21). Él es ese “profeta” que Moisés declaró vendría (Deuteronomio 18:15-19). Él es el descendiente de David, el Hijo de Dios (Romanos 1:3). Jesús el Cristo fue ungido para ser el Sumo Sacerdote y Rey. Él murió en la cruz como sacrificio por el pecado del hombre. Dios le levantó de los muertos y lo sentó a Su diestra en los lugares celestiales. Él permanecerá allí hasta que regrese como el Rey que habrá de sentarse en el trono terrenal de su Padre Dios y reinará sobre el mundo en nombre de Dios (Salmo 100). La resurrección de Jesús es la prueba indubitable de que él es el Hijo de Dios (Romanos 1:1-5). Él es el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por él (Juan 14:6). Él es el Hijo de Dios, no Dios el Hijo.

Espíritu Santo

El espíritu santo es la presencia y el poder de Dios en operación dado a discípulos obedientes con el propósito de enseñar, recordar, testificar de Cristo, dirigir, mostrar las cosas por venir, fortalecer y glorificar al Señor. Conducirá a los fieles a la edad venidera. (Juan 14-16).

La Biblia

Compuesta de las Escrituras hebreas y griegas, es la revelación de Dios inspirada y autorizada. En ella se hallan todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad. Mediante la humildad, la mansedumbre, y el temor del Señor, buscamos entender las Escrituras (II Timoteo 3:16; II Timoteo 2:15).

El Reino de Dios

El Reino de Dios es el tema unificador prevaleciente a lo largo de las Escrituras. Sirve para juntar las diversas partes de la Biblia en un todo. Jesús el Mesías, los profetas, y apóstoles, todos hablaron acerca de este Reino venidero. Cuando Cristo regrese, él reinará sobre la tierra entera con su trono localizado en Jerusalén. Su reinado será justo, equitativo, y absoluto. Este reino era lo que Jesús tenía en mente cuando predicó el evangelio diciendo “Arrepentíos, porque el reino de Dios se ha acercado” (Mateo 9:35; Marcos 1:14-15; Hechos 1:3; 8:12; 19:8; 20:24 y 25; 28:23, 31; Mateo 24:14).

El Antiguo Pacto

Jesús cumplió el antiguo pacto (dado en el Monte Sinaí) y de ese modo lo consumó (Mateo 5:17-20; Romanos 10:4). Él comenzó un nuevo pacto el cual se cumplirá cuando él regrese. La responsabilidad del hombre con respecto al pacto es obedecer las palabras de nuestro Señor registradas en las Escrituras del Nuevo Testamento (Hebreos 8:7-13; 10:15-39).

El Diablo

Satanás es el malo que es dios de esta edad (II Corintios 4:4). Él es el adversario que devora todo lo que puede, y debe ser resistido firmemente (I Pedro 5:8 y 9). Su destino está sellado por cuanto, al final del reinado de los mil años de Cristo, él será lanzado al Lago de Fuego y será completamente destruido para siempre (Apocalipsis 20:7-10).

La Resurrección

Jesús fue el único resucitado de entre los muertos en una manera absoluta. Él ha ascendido al cielo y está sentado a la diestra de Dios hasta que ponga a sus enemigos por estrado de sus pies. Todos los muertos están dormidos en la tumba hasta las resurrecciones (Salmo 110, I Corintios 15, I Tesalonicenses 4:13-18).

La Segunda Venida

Cuando Jesús regrese, se llevará a cabo la resurrección de los justos, en la cual todos los creyentes que hayan muerto serán levantados de nuevo. Los creyentes que estén vivos a su regreso serán transformados simultáneamente con los resucitados (Mateo 24:31; I Corintios 15:23; I Tesalonicenses 4:16 y 17). En ese momento, todos los creyentes, tanto vivos como muertos, recibirán nuevos cuerpos inmortales. Él establecerá el Reino del milenio en la tierra (Apocalipsis 20:1-6) y traerá la restauración de la tierra que fue prometida por los profetas y los apóstoles (Hechos 1:6; 3:21; 26:6 y 7).

Juicio

Después del reinado de mil años de Jesús, los infieles que hayan muerto serán resucitados, juzgados, y condenados a aniquilación y separación eterna de Dios (Apocalipsis 20:7-15).

El Destino del Hombre

El destino final del hombre no es ni el cielo ni el infierno. Los justos heredarán la tierra, la cual eventualmente se convertirá en Paraíso (Salmo 37; Mateo 5:3; Apocalipsis 5:10; 11:15). Los injustos serán echados al lago de fuego (muerte y aniquilación, no un quemar eterno), cuyos efectos serán eterna separación de Dios (Apocalipsis 20:10-15).

Salvación

Por medio de Jesucristo, la salvación está disponible como un don irrefutable para el hombre (Romanos 3:21-24). El hombre no puede salvarse a sí mismo (Efesios 2:5-10). El hombre tiene la responsabilidad de tener fe en el Reino de Dios (Marcos 10:15) y en la obra redentora de Cristo (Romanos 10:9 y 10). Fe implica obediencia (Santiago 2:14-26). Si Jesús es nuestro Señor, entonces nosotros debemos obedecer. Se nos requiere que mantengamos la fe hasta el fin (Hebreos 3: 6; 10) para poder entrar al Reino.

La Iglesia

La Iglesia hoy es el Cuerpo de Cristo con Cristo como la cabeza. Cada individuo es un miembro único y vitalmente importante para completar la totalidad. Ninguno está por encima ni por debajo de otro. Ninguno tiene mayor o menor valor. Nuestra diversidad no es una amenaza ni un ímpetu para la envidia, al contrario, magnifica más bien nuestra interdependencia. El amor de Dios es nuestro lazo unificador (Romanos 12:1-21; I Corintios 12:1-13; 13; Efesios 4:1-16).

Nuestra Misión

La misión de la Iglesia Cristiana es: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15). Nuestro ministerio colectivo es predicar el Evangelio del Reino que reconcilia al hombre con Dios (II Corintios 5:18 y 19).